El retrato es sin duda un encuentro. 

 Se convierte en una experiencia mucho más profunda y significativa que simplemente capturar la imagen de una persona. Este proceso va más allá de la técnica y el equipo; es una danza sutil de confianza, empatía y colaboración. Es un lugar donde confluyen las emociones entre la persona que fotografía y la que se encuentra frente a ella. 

No somos meros observadores que disponemos de una cámara para fotografiar, sino participantes activos en este intercambio. Se mezcla velocidades e historias y lo interesante es descubrir los matices de ese instante. Este encuentro es siempre respetuoso y consciente. El retrato se convierte así en un espejo para ambos, una forma de mirarnos a través de los demás y de que los demás se miren desde otra perspectiva. El retrato no debe ser un acto de dominación, sino un diálogo respetuoso entre iguales. 

 La técnica fotográfica siempre tiene que estar a disposición de ese diálogo. Pero más allá de ella, confluyen muchas más cosas, entre ello los llamados “errores” técnicos. 

 Esta serie de retratos están publicados directamente desde el escaneado del negativo original, conservando todas esas decisiones de momentos “equivocadas” como encuadres, foco, luz y sombras que quizás no se midieron o ajustaron bien en el momento de pulsar el obturador. 

 Personalmente, me gusta que sea así, me ayuda recordar que detrás de la máquina siempre hay personas que comparten un espacio y tiempo. Y que por mucho que nos vendan una vida y resultado perfecto e idealizado, creo que el sabor de todo, el aprendizaje, y la consciencia de ser partícipe en lo presente, está lleno y enriquecido de errores.

 
Agradecido a cada persona que ha compartido estos encuentros conmigo. 

 Retratos imperfectos _ Rafael Borrego  

Encuentros 

_retratos imperfectos_

Así me encuentro