Raíces cuadradas


Punto de partida

El Tiempo que transcurre y que nos sitúa en la vida y sus circunstancias existe. 

Es el que parte de lo que somos, de nuestras raíces y costumbres culturales.

Empezando por la infancia, que te forja, que se va llenando de experiencias, cicatrices y postillas.

El que está lleno de las "primeras veces", de esos días en los que descubres a qué huele un huerto recién regado o el sonido del crujir de una verdura fresca recién cogida de la mata. 

El olor de una rodillera pegada por la calor de la plancha y que se pone a veces por duplicado y triplicado para salvar ese chándal heredado, y que en tantos juegos te acompañó. 

El tiempo que dura un primer beso, durante ese destello, casi eléctrico, que se siente en esa brevedad de tiempo y ya nada será igual.

Esos olores a pan recién horneado, mientras hacías cola esperando tu turno en el horno, llevando una talega hecha de tela y el agua corriendo calle abajo por la acera después de hacer la limpieza del sábado.

El divagar mientras juegas descubriendo nuevos lugares. Los primeros juegos en grupo, el compartir risas y sueños camino a la escuela.

La velocidad y sensación de libertad que te daba el ir a lomos de tu bicicleta, cuando ya ladeaste todas las ruedas de apoyo en los días en que tu calle se iba haciendo pequeña y el resto del pueblo te parecía un mundo.

Veranos que duraban dos meses de juego intensivo, sin deberes y que te parecían larguísimos hasta que llegaba septiembre con su frescor y bajada de temperatura.

En los que se hacía necesario el cambio de ropa e ibas descubriendo como tu conjunto de camiseta y pantalón a juego se iba quedando pequeño. 

El cierre de la piscina municipal y vuelta al cole. Las horas que se tardaba en forrar los libros de texto, de los cuales sólo algunos estrenabas.  Quedar para dar una vuelta con tus amigos y saber que estabas perdido si no llegabas a tiempo en el punto de encuentro. 


Cualquier variable avecinaba una aventura.


¿Qué somos respecto al tiempo que invertimos, gastamos o perdemos?

Cada minuto aprovechado o felizmente desaprovechado en pequeñas fracciones de tiempo es aquél que nos va construyendo.

El sonido de una cuerda golpeando contra el asfalto mientras se juega a la comba. 

El de una pelota rebotando en la pared de algún solar o puerta de vecinos.

Las primeras conversaciones sobre la conciencia de lo que somos, sentados en un trozo de acera, o tendidos sobre un barranco de hormigón, mientras disfrutábamos observando las estrellas y empezábamos a tener una idea, por pequeña y difusa que fuese, de ocupar un lugar en el mundo.

Cada vez hay menos tiempo para lo básico. Respirar, jugar, escuchar el silencio, o nuestros pasos al caminar sobre la tierra mojada, sentir la textura de una prenda de ropa. El sonido característico y repetitivo que mi abuelo utilizaba como gimnasio mientras ejercitaba sus trabajados y cansados brazos.


Aburrirse. 


Y llega el tiempo de las responsabilidades. Las propias y las adjudicadas. De ese minutero que nunca se detiene.

Tiempo de decisiones importantes y banales, pero que todas te dirigen hacia el paso siguiente. Son igual de relevantes. Cada decisión cuenta. 

Influye el tiempo que inviertes en ellas, pero todas van a decidir tu siguiente paso y dirección. 

Tenemos la posibilidad de parar y repensarnos.

Siempre hay un momento dentro del frenético ritmo de la vida que nos sitúa en el mismo sitio, frente a nosotros mismos, y que nos invita o somete de nuevo, a decidir cuál y como será el siguiente.


Esta fotografía que te propongo es mi punto de partida. Pertenece a la casa de mis abuelos que fue la de mi infancia. Un patio donde imaginé y jugué innumerables veces, creyéndome poseedor de un tiempo infinito que me regalaba una constante felicidad.

 El reloj se detuvo en el mismo momento en el que nos mudamos de casa. Sus mecanismos dejaron de funcionar, pero él sigue ahí, comunicando un tiempo que fue. La escoba de rama era de mi abuelo, "el tiempo lo barre todo", excepto los recuerdos que nos marcan.

Las puertas pertenecen al lavadero, allí se encontraba el pozo que daba suministro al hogar y que después se convirtió en chimenea.

Las otras dos al los "corgaisos". En uno se guardaban los animales, semillas y juguetes, en el otro estaban los pájaros, el pienso y también el gimnasio de mi abuelo, que ejercitaba sus brazos con una polea colgada de la viga del techo. 

Todos esos esas puertas y lugares me regalaron infinitas posibilidades de juego.

Te invito a sentarte en tu silla. Búscala, porque seguro que la tienes. Siempre está ahí.

Da igual la edad que tengas y en el momento que te encuentres, desde ese punto siempre tienes la oportunidad de comenzar o de continuar.

Aquí te dejo la mía. Solo siéntate, respira con tranquilidad y decide cuál será el siguiente paso.


Texto original de: Rafael Borrego


Tiempo, libertad y forma

Tempo para vivir
Tiempo para morir
Tiempo de cariño
Tiempo de calidad
Tiempo para entender
Tiempo para hablar y hablarse
Tiempo para tocar y ser tocado
Tiempo que no vuelve
Tiempo cerrado
Tiempo para besar
Tiempo para cuidarse
Tiempo para ubicarse
Tiempo para perderse
Tiempo para trabajar
Tiempo perdido
Tiempo para estancarse
Tiempo de bloqueo
Tiempo para enfrentarse
Tiempo para juzgar y ser juzgado
Tiempo para llorar
Tiempo de minutero
Tiempo para huir
Tiempo de no tener tiempo
Tiempo de condena y fustigación
Tiempo de locura
Tiempo enredado y tiempo directo
Tiempo de comer y tiempo para el hambre
Tiempo con y sin interés
Tiempo arrastrado
Tiempo de calendario y arrugas
Tiempo como lugar
Tiempo de confrontación
Tiempo como mapa
Tiempo de silencio
Tiempo para aprender
Tiempo para crecer
Tiempo colectivo
Tiempo solitario
Tiempo para crear
Tiempo libertad
Tiempo para vivir
Tiempo para morir
Tiempo de cariño
Tiempo de calidad
Tiempo para entender
Tiempo para hablar y hablarse
Tiempo para tocar y ser tocado
Tiempo que no vuelve
Tiempo cerrado
Tiempo para besar
Tiempo para cuidarse
Tiempo para ubicarse
Tiempo para perderse
Tiempo para trabajar
Tiempo perdido
Tiempo para estancarse
Tiempo de bloqueo
Tiempo para enfrentarse
Tiempo para juzgar y ser juzgado
Tiempo para llorar
Tiempo de minutero
Tiempo para huir
Tiempo de no tener tiempo
Tiempo de condena y fustigación
Tiempo de locura
Tiempo enredado y tiempo directo
Tiempo de comer y tiempo para el hambre
Tiempo con y sin interés
Tiempo arrastrado
Tiempo de calendario y arrugas
Tiempo como lugar
Tiempo de confrontación
Tiempo como mapa
Tiempo de silencio
Tiempo para aprender
Tiempo para crecer
Tiempo colectivo
Tiempo solitario
Tiempo para crear
Tiempo libertad

Texto: Rafael Borrego

Aprender ...